“La década de la educación perdida”

Rostros de felicidad y otros de no tanta. Fuente: Angel Saigua

Basándonos en la noticia del 29 de enero publicada en el portal web del diario ¨El Universo¨, en la que se notificaba sobre la petición de la Comisión de Educación, pidiendo al gobierno declarar en emergencia nacional al sector educativo, porque más de 1 millón de jóvenes no puede acceder a las universidades, dándole un plazo de 45 días al gobierno para tomar los correctivos necesarios; los ciudadanos deberíamos preguntarnos sobre las razones de esta inaccesibilidad.

Skarleth Tamayo, presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), señaló que los cambios aplicados por el INEVAL a la prueba Ser Bachiller no fueron suficientes. Señaló que estos debían incluir un análisis de la situación de vulnerabilidad, situación socioeconómica, orientación vocacional, territorialidad y necesidades educativas especiales de los estudiantes; así como de una capacitación a los docentes para la aplicación del examen y la articulación entre el sector productivo con la academia. Pero al entender que la aplicación de este examen fue una de las primeras reformas del gobierno de hace 10 años, tal vez, deberíamos sentir indignación al pensar en que, los estudiantes que terminaron su ciclo de escolaridad en la última década, han estado rindiendo un examen mal desarrollado, sin una dirección contemplativa de la situación del estudiantes y que además, los docentes encargados de la ejecución del mismo no han sido capacitados, limitando aún más al estudiante en la oportunidad de continuar con sus estudios.

Sabiendo que una sociedad con una apremiante necesidad de profesionales preparados integralmente para la ejecución de proyectos en pro del país, los correctivos deberían tomarse de manera más rápida y eficaz, para poder ubicar de mejor manera la fuente del problema en el proceso de nivelación estudiantil, ya que las evidencias nos han demostrado que el problema es más profundo y grave de lo que pensamos; ya que este examen al ser un filtro con intención de nivelar al estudiantado del país, nos hace pensar en cómo este millón de estudiantes es bachiller en primer lugar y porque la “nivelación” no ocurrió mientras estaban en la primaria y secundaria, para que al llegar a la instancia superior puedan aprovechar de mejor manera el tiempo, en lugar de estancarse en un sistema que no le ha interesado nada de ellos, sino que se ha quedado tras un ordenador, fijándose en datos, decidiendo de manera arbitraria quién y qué deben los jóvenes estudiar, en lugar de verse a ellos mismos para darse cuenta de las fallas de su propio sistema.